Este fin de semana hemos disfrutado de una convivencia de estudio y oración en la casa que el Seminario tiene en Los Molinos. Ahí hemos podido comprobar una vez más que apostar por el Señor, viviendo en gracia y dando la vida por los demás, es lo único que nos puede transformar en personas nuevas.
Estos días hemos convivido alumnos de 14 a 18 años en un ambiente de juegos, risas y buenos ratos con el Señor: tiempo de retiro, Eucaristía, Adoración Eucarística y Rosario.
Se ha notado a Jesús en medio de nosotros; no porque ninguno de los que hemos ido somos santos sino porque Él nos muestra que “ha venido a llamar a los pecadores”. Este tipo de convivencia nos hace tener una relación más profunda con el Señor; experimentamos que nos da la fuerza para afrontar el día a día en el estudio, en el fútbol y en las obligaciones cotidianas. A cada uno de los participantes el Señor nos llama a dejar atrás nuestras vidas pasadas para vivir una nueva historia con Él a nuestro lado ayudándonos a lo largo de nuestra vida.
A mí particularmente me ha dado seguridad contar con el apoyo no solo de los formadores del Seminario Menor, Jorge e Iñaki, sino también de los seminaristas destinados a la pastoral del Colegio: Jorge y Miguel. Ellos son claros ejemplos de lo que significa una vida de entrega a los demás; nos enseñan que si Dios llama hay responder sin miedo al compromiso, porque uno va ser más feliz haciendo lo que Él diga.
También hemos contado con la compañía de Guillermo, director espiritual del Seminario Mayor, que nos ha dado consejos de cómo rezar y hablar con Dios de una manera normal y sin prejuicios. El servicio y la acogida de la casa ha sido impecable y una vez más nos han mostrado que quien sirve ama a Dios y al prójimo.
Esto no acaba en la convivencia: hay que proclamar lo que se ha vivido porque ha sido un regalo de Dios y lo que dice Dios no se puede callar. Dios nos llama a llevar el amor de Dios a todos nuestros hermanos para que todo el mundo conozca lo maravilloso y la felicidad que da Dios. La frase que me sale del corazón es “la felicidad es el Señor”.
Rubén Cabezas